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Nicolás Gutiérrez Martínez monta en bicicleta con su hijo Nicolás Alejandro Gutiérrez Castillo. Nicolás padre pedalea con una sola pierna, pues la otra le fue amputada en 2019 tras años de luchar contra un cáncer óseo.

Photo by: Ryan Vargas

Nicolás Gutiérrez Martínez llamó a sus padres para avisarles de que había tomado una decisión. Luego, él y su esposa se fueron al aeropuerto y alquilaron un auto deportivo con el que condujeron a  Miami a pasar toda la noche bailando. Por la mañana, se fueron a los parques de Walt Disney World en Orlando.

La pareja era feliz. Bailaron, caminaron, comieron y se rieron. No dejaron que la tristeza les atenazara, y hasta se olvidaron de por qué estaban allá.

Al cruzárseles un hombre que llevaba una pierna prostética, la realidad poco a poco fue haciéndose nítida: ese voy a ser yo.

En tan solo unos días, el papá de 32 años perdería la pierna completa. Era su última oportunidad para detener el cáncer que crecía en sus huesos.

Salven la pierna 

En 2016, Nicolás Gutiérrez Martínez trabajaba de ingeniero eléctrico en Santiago de los Caballeros (República Dominicana). Estaba recién casado y acababa de ser padre, y la pareja conjugaba florecientes carreras profesionales con la crianza de su niño de 3 meses.

Gutiérrez Martínez estaba orgulloso de la vida tan activa y saludable que llevaba. El experto maratonista acababa de terminar un entrenamiento previo a otra carrera, cuando le llamaron para atender una emergencia de trabajo. Después de casi 12 horas, se dio cuenta de que no había podido orinar, porque cuando lo intentaba, tenía dificultad. Una consulta con el urólogo reveló un tumor pélvico de gran tamaño que le hacía presión en la vejiga.

«Cuando me enteré, lo peor fue la incertidumbre», dijo. «¿Qué va a ser de mi familia si yo no estoy aquí?».

Nicolás Gutiérrez Martínez y María del Pilar Castillo Almansa estaban recién casados y tenían un niño de 3 meses cuando a Nicolás le diagnosticaron cáncer en 2016.

Nicolás Gutiérrez Martínez y María del Pilar Castillo Almansa estaban recién casados y tenían un niño de 3 meses cuando a Nicolás le diagnosticaron cáncer en 2016.

Le diagnosticaron un condrosarcoma, un tipo de cáncer de los huesos que se origina en el cartílago, el tejido conjuntivo liso que protege los extremos de los huesos y la mayoría de las articulaciones. Los médicos de la República Dominicana recomendaron la amputación inmediata, pero Gutiérrez Martínez estaba decidido a buscar otra manera.

«Iba a enseñarle a mi hijo a andar y a correr igual que mi papá me enseñó a mí», dijo.

Gutiérrez Martínez pasó el mes siguiente buscando una segunda opinión. Su padrino se puso en contacto con un amigo médico de Florida para pedirle consejo, y este les dijo que fueran a Moffitt Cancer Center.

Una mano amiga

Cuando el caso de Gutiérrez Martínez pasó por el despacho de Marianne Brandt, la supervisora del Departamento de Relaciones Internacionales de inmediato se implicó personalmente.

«Cada vez que nos llega algún paciente de la edad de mis hijos, les digo que les voy a adoptar. Es un instinto protector», dijo Brandt.

El Departamento de Relaciones Internacionales de Moffitt ayuda a pacientes y familias de otros países a trasladar su atención médica a Moffitt. Entre la ayuda que brindan se incluye la recopilación de informes médicos, la coordinación del viaje y el alojamiento, el asesoramiento económico y el apoyo con aspectos culturales. En el departamento han ayudado a pacientes de 133 países, y la mayoría procede del Caribe, Latinoamérica, Canadá, Oriente Medio, Asia y Oceanía. Desde 2017 el equipo ha coordinado la atención médica de más de 1775 pacientes de todo el mundo.

Marianne Brandt (derecha) ayudó a Gutiérrez a transferir su atención médica a Moffitt. El Departamento de Relaciones Internacionales ha coordinado la atención médica de más de 1775 pacientes de todo el mundo desde 2017.

Marianne Brandt (derecha) ayudó a Gutiérrez a transferir su atención médica a Moffitt. El Departamento de Relaciones Internacionales ha coordinado la atención médica de más de 1775 pacientes de todo el mundo desde 2017.

Brandt puso en contacto a Gutiérrez Martínez con los expertos en sarcoma de Moffitt y ayudó a recabar los informes médicos y las pruebas de imagen. Ella le organizó el cronograma de consultas para su primer viaje a Moffitt.

«Cuando uno saluda a un paciente con quien compartes idioma y cultura, el vínculo que se forja es inmediato», dijo Brandt. «Intentamos ser un pedacito de hogar en la lejanía y estar presentes para apoyarlos en lo que necesiten: un abrazo, sentarnos a charlar y escucharlos, buscar los recursos que necesitan mientras están aquí. Es lo que impulsa nuestro trabajo».

«Marianne es un ángel que nos pusieron en nuestro camino», dijo Gutiérrez Martínez. «Hizo lo que pudo y lo que no, también. Hizo un trabajo increíble en nuestro favor, en el momento en el que más lo necesitábamos».

Un equipo de médicos de Moffitt revisó el caso de Gutiérrez Martínez en una reunión de tumores y determinó que podrían extirparle el tumor y salvar la pierna. En abril de 2016, Gutiérrez Martínez se operó la primera vez.

Dos meses después ya estaba caminando. Para diciembre ya estaba corriendo de nuevo. Sin embargo, al cabo de un año, las imágenes mostraron que el cáncer había regresado al muslo.

«Con los sarcomas, lo que influye en la tasa de recurrencia no es solamente el tipo de cáncer, sino también la localización», explicó el Dr. Odion Binitie, cirujano de Nicolás. «En un condrosarcoma pélvico, las tasas de recurrencia podrían ser del 20 % al 30 %, a veces incluso más elevadas».

Gutiérrez Martínez regresó a Tampa a operarse por segunda vez, y en esta ocasión el equipo quirúrgico le extirpó el tumor del muslo y parte de la pelvis.

El cáncer regresaría dos veces más en el transcurso de los dos años siguientes. Gutiérrez Martínez se quedó atrapado en una puerta giratoria de intervenciones quirúrgicas para extirpar tumores nuevos y tratar infecciones recurrentes. Sin embargo, jamás se rindió.

«Mi motivación era que quería vivir», dijo. «Amo a toda mi familia hasta el infinito y no quería faltar en su vida. Era cuestión de luchar o de tirar la toalla y rendirme, y yo no me iba a morir».

Momento de cambia el rumbo

Al regresar el cáncer a varias partes del cuerpo en 2019, Gutiérrez Martínez estaba listo para reevaluar sus opciones. Su hijo había aprendido a caminar y a correr con su papá. Había llegado el momento.

«Tras todas estas operaciones, da igual la fe que uno tenga, no puedes seguir haciendo lo mismo y esperar un resultado distinto», dijo Gutiérrez Martínez. «La mejor manera de detener el tumor era amputar la pierna».

Gutiérrez Martínez llamó a sus padres para decírselo, y después se fue con su esposa a lo que él llama la gira de despedida de la pierna. Aunque tuvo dudas acerca de cómo iba a vivir de una forma tan activa como siempre, Nicolás nunca tuvo miedo.

«Creo que tengo mucha fe y mucho optimismo», dijo. «Sabía que iba a perder la pierna y sabía que esta era la única forma de salir adelante, la única forma de resolver esto para siempre».

Gutiérrez Martínez necesitaba una intervención muy compleja e infrecuente, llamada hemipelvectomía, que supone extirpar la pierna completa a la altura de la cadera y amputar la pelvis.

Tras la intervención, Gutiérrez Martínez pasó tres meses recuperándose en Tampa. Su hijo vino a verle y le dijo a su papá que estaba enojado con Dios, porque le había quitado la pierna.

«Tuve que explicarle que Dios me había dado la oportunidad de llevarse la pierna enferma para que yo pudiera quedarme aquí con él».

Gutiérrez Martínez regresó a la República Dominicana en febrero de 2020, justo cuando el mundo cerraba debido a la pandemia. Empezó a ver videos en línea de otros amputados como él que montaban en bicicleta y se fijó una nueva meta. Quizá no volvería a correr más, pero si seguía con la fisioterapia y entrenando con la prótesis, a lo mejor podría montar en bicicleta. En octubre —solamente 12 meses después de perder la pierna—, Gutiérrez Martínez montó en bici por primera vez.

«Fue un momento increíble», recuerda. «Estábamos en nuestra calle, y nuestro hijo estaba con nosotros. Chocó su bici con la mía, nos caímos y empezamos a reírnos. Nos volvimos a levantar y seguimos adelante. ¡Menuda metáfora de la vida!».

En la actualidad, Gutiérrez Martínez monta en bicicleta dos horas al día, tres veces por semana. Es un logro increíble para alguien que carece de lo que se llaman los «huesos de asiento», es decir, la parte inferior de la pelvis que absorbe el peso del cuerpo cuando estamos sentados.

Gutiérrez y su familia se reunieron con el  Dr. Odion Binitie en Moffitt en 2023.

Gutiérrez y su familia se reunieron con el Dr. Odion Binitie en Moffitt en 2023.

«Afecta la forma en que uno se sienta, cómo uno se equilibra con o sin la prótesis», dijo el Dr. Binitie. «A diferencia de una amputación por encima o por debajo de la rodilla, no hay extremidad residual a la que acoplar la prótesis. Es necesaria mucha fisioterapia para poder sentarse, transferir el peso, caminar. Para ser un amputado de tal gran nivel, mucho tiene que ver con la motivación de Nicolás y su gusto por la vida. Nicolás es el tipo de persona a quien nada puede hacerle caer».

Gutiérrez Martínez todavía trabaja por sobreponerse a los desafíos que conlleva la amputación. Tiene dificultades de incontinencia urinaria crónica, y hay días en que tiene que regresar a casa desde el trabajo para quitarse la prótesis y descansar unas horas. º

Pero si le preguntas, Gutiérrez Martínez declara que vive una vida normal. El negocio familiar prospera, él monta en bicicleta, nada y lleva a su hijo de 7 años a la plaza del pueblo a verle jugar. Con frecuencia les envía fotos y videos a sus médicos y a Marianne Brandt.

Gutiérrez dice que, a pesar de por todo lo que ha pasado, vive una vida normal. Disfruta montando en bicicleta, nadando y pasando tiempo con su familia.

Gutiérrez dice que, a pesar de por todo lo que ha pasado, vive una vida normal. Disfruta montando en bicicleta, nadando y pasando tiempo con su familia.

«Es tan inspirador, siendo un hombre joven, papá de un niño, con todas estas cosas que le están pasando en la vida», dijo Brandt. «Personalmente, aprendo mucho de los pacientes, porque te enseñan lo resistentes que son. Tienen mucha fe mientras siguen adelante».

Gutiérrez Martínez tuvo una pequeña recurrencia en la pared abdominal en abril de 2021 que hubo que operar, pero lleva sin cáncer desde entonces. Si se encuentra a alguien mirándole la prótesis o la extremidad que le falta, Nicolás no quiere piedad.

«Considerando lo mala que ha sido esta experiencia, me siento agradecido de que me haya sucedido, porque me ha vuelto mejor persona. Sé que suena paradójico, pero le estoy inmensamente agradecido a Dios por poder caminar junto a mi esposa».

«He librado una batalla enorme y he podido superarla. No me faltan la fuerza y ni la fe. Me falta una pierna, pero tengo otras cosas que la compensan».